De Furia de Titanes a El Paseo de Perseo, la Loca y el Escorpión Gigante
miércoles, 21 de julio de 2010
De Furia de Titanes a El Paseo de Perseo, la Loca y el Escorpión Gigante
miércoles, 19 de mayo de 2010
Pero la verdad es que aunque ésta película no me parece tonta, si lo fuera la vería igual. Porque también es un poco el espíritu de los cómics. Compartir las imposibilidades, las faltas de lógica, porque dentro de la historia, de su particular fantasía, ni son imposibles, o mucho menos ilógicas.
Dirige: Jon Favreau
lunes, 29 de marzo de 2010
Sip, los que ven la imagen, y han sabido algo de esta avalancha cultural llamada "Millennium" podrán comprender por que este aficionado ama a Lisbeth Salander.
El cine tiene esa capacidad en la gente que lo ama. Aunque a veces no nos caiga bien una u otra peli por esto o por lo otro.
Dirige: Niels Arden Oplev
viernes, 8 de enero de 2010
domingo, 12 de abril de 2009
WATCHMEN: Porque los héroes no son como los imaginamos
Sí, éste es un blog de cine. Y sí, escribo también en uno de cómics. Así que era una consecuencia lógica hablar sobre ésta desde la perspectiva de quien devoró los doce ejemplares de la novela gráfica, y fue a ver la cinta con toda la crítica en contra
Hace mucho tiempo leo cómics. En realidad casi toda mi vida. Desde los tapas duras de Tom y Jerry y El Pájaro Loco que mis papás pusieron en mis manos, pasando por las Tony, D’Artagnan, Skorpio y Corto Maltés de mi “época formativa”, hasta mis primeros roces con DC y Marvel de manos de mis amigos. Ahora puedo llamarme un buen lector de cómics.
Sin complicaciones ni Crisis Infinitas ni cosas así. Sólo lector.
Y disfrutador.
Cuando tropecé la primera vez con Watchmen, la idea de Watchmen, la historia de Watchmen, asumo que no estaba completamente listo para ella. Era necesario ennegrecer mi concepción del cómic para comprender que no todo el que lleva traje y pistolas es el villano, aunque no pueda parecer otra cosa.
Pasaron suficientes años y cosas para asumir finalmente lo necesario. Como cuando lees El Principito a los seis, y lo disfrutas recién a los veinte.
He leído de gente en estas semanas luego del estreno, que se rasga las ropas: los que dicen: “Watchmen me cambió la vida. Esto es un ultraje”, “Zach Snyder no la hizo”, “Bodrio” y asi. Los puristas siempre hemos sido complicados, pero nunca más que cuando se meten con nosotros y nuestros mitos. Ahí trazamos una línea
Y es una que debe ser cruzada. Y lo ha sido, aunque no se trata de una obra maestra ni una pieza invaluable de la cinematografía. Es una cinta de entretenimiento basada en un cómic de vanguardia. Y así debería quedarse.
Porque algunos hubiéramos preferido al gran calamar gigante, aunque otros lo llamaron ridículo. Se sustentaba en una línea argumental eliminada de la peli, central en el cómic: de hecho, es la causa misma de la muerte del Comediante.
Y si, hubiera sido bonito ver la historia de piratas, pero: ¿de veras podríamos procesar las dos historias juntas en dos horas y cuarenta? Yo leí el cómic muy rápidamente en seis o siete. Saquen sus cuentas.
Y hubiera podido leerlo sin piratas, ni balsa de muertos, ni venganza frustrada. Porque cada quien saca sus conclusiones sobre que es necesario para leer un libro, un cómic, o una película, que también se leen.
Así que afirmo: la cinta me entretuvo muchísimo: es una decente traducción. Me dejó un delicioso sabor erótico la escena de sexo dentro de Archie, por la música. Le guiñó el ojo al historiador que llevo dentro con los créditos iniciales. Me perforó el cerebro con la cara y la voz de Rorschach, monótonas, necesariamente monótonas. La escena del “American Dream”** fue exquisita para mí: exhibición de personalidad pura.
Y si, tiene fallas que no me terminan de convencer, como la muerte del equipo de Veidt/Ozymandias, lamentablemente desperdiciada; también era innecesaria la carnicería de su intento de asesinato, que no tenía tantas víctimas; y la nariz de Nixon, ¡Por Dios, ni en Futurama lo dejan tan mal!
Pero hay que verla en cuanto se pueda, sentados en la casa, o en el cineclub donde en poco la volverán a pasar. Porque cuenta una historia interesante bastante bien, y despierta curiosidades que se resuelven sólo volviendo a los hechos. Y a las páginas del cómic, donde está muy bien, y sigue estándolo.
**
Búho Nocturno: ¿Qué fue del sueño Americano?
Comediante: Se hizo realidad ¡Lo estás viendo!
lunes, 23 de marzo de 2009
Y así otras cosas.
Es importante mi corto, pero delicioso background para ver esta película con otra óptica. Y es que a mi juicio, es un vídeo de boda un tanto más íntimo que los que he grabado en este tiempo.
Todo gira en torno a la boda de Rachel, hermana mayor de la conflictiva Kym. La primera escena lo deja clarito: ella sale de permiso únicamente por la boda, porque está en rehabilitación desde hace nueve meses.
Kym –extraña pero deliciosa Anne Hataway- se ve envuelta en la espiral de los últimos días antes del matrimonio. En medio de esta atmósfera de vestidos, peinados y músicos ensayando en cada lugar de la casa –de hecho, buena parte de la película tiene música en directo- nos enteramos de los entuertos de la familia Buchman, típica no de los USA de este tiempo, sino de cualquier lugar: partida en dos, con padres re-casados, intercultural, interracial y disfuncional.
Que es la que al final, se queda con uno.
domingo, 30 de noviembre de 2008
CEGUERA: Cuando una película no termina de funcionar a causa del público
Hace algún tiempo –años ya- presencié un espectáculo espeluznante. El hombre, de espaldas a nosotros, miraba hacia el vacío de quienes lo contemplaban en el otro lado. Su rostro parecía esperar la violencia que de inmediato iba a sufrir, y hacía un evidente acopio de valor. Luego sucedió: uno tras otro los golpes cayeron sobre él, entre los gritos o la impotencia de quienes lo veíamos, cerrando los ojos para no seguir sufriendo nuestra propia dosis de dolor.
SI no se ha notado, hablo de la escena de la flagelación de la sangrienta Pasión de Cristo. La vi una tarde de domingo, en una sala semivacía, excepto por dos madres irresponsables y sus hijos menores de diez, tres o cuatro civiles más, y un buen número de sacerdotes y monjas, a rosario y llanto, ya imaginarán. A nadie se le ocurrió en ese momento supremo hacer un mohín de menosprecio al dolor de Aquel, ni siquiera a mi -entonces- atea ex-novia, quien lloró como el que más, transida por lo duro de la escena.
Claro, hubo algunas risas después, en un momento, el único cotidiano y familiar –la absurda escena de la mesa- pero nadie tuvo la idea de reírse mientras le daban vuelta a la cruz, o cuando Aquel gritaba suspendido de ella. A partir de lo que vi ayer, y comento enseguida, asumo que tiene que ver con el conocimiento universal de lo sucedido ese viernes hace dos mil años. Y a nadie lleva a las risas.
Ayer vi Ceguera, una peli que esperé con ganas desde el momento de las primeras promociones. Director latino en crecimiento, buenos actores, un librazo como base argumental, todo pintaba bien. De hecho la película no me disgustó completamente, aunque flojea en un punto que te corta un clímax final muy, pero muy diluido, tal vez –y lo comprobé- apto únicamente para los que leímos el citado librazo.
Vuelvo a la cinta ahora, pero tengo que decir algo que justifica plenamente el largo intro. No había visto a la gente reír sin sentido tantas veces en el cine en medio de escenas que de risibles no tienen absolutamente nada. En Ceguera –y mejor en el Ensayo sobre la Ceguera- leo historias sobre la rutinización de la barbarie, la caotización de la sociedad sometida a lo inesperado, la banalización de siete mil años de civilización humana por un acaso que parece anular nuestra capacidad como especie para adaptarse. Nunca esperé sentir que además sirve para aflorar nuestra propia capacidad de banalizar la tragedia, y la desubicación de nuestro sentido del humor hasta la –para mí ahora es posible- carcajada en el Gólgota.
Grupos de ciegos rodeados de una montaña de porquería, caminando sin saber donde, tropezando penosamente con lo que no pueden ver; la especie humana privada del –está ahí demostrado- más fundamental de los sentidos, es objeto del escarnio público. ¿Error del director? Evidentemente: no supo manejar la tensión del argumento para provocar lo que debía en todos, no únicamente en los que sabíamos de que iba la historia. Tal vez este es el bajón más grave de la película, que por lo demás me entregó la atmósfera infecta e insoportable del Manicomio, y la locura masificada de la ciudad convertida en un habitáculo absurdo de calles abarrotadas y casas vacías.
Sí, la película tuvo un error. Pero el público es quien estaba realmente equivocado. Imagino que este es el costo de Magaly, Laura, I Bet You Will, Jackass y todos los triunfantes esfuerzos de la estupidez humana por banalizar el dolor, el ridículo y el absurdo. Lo han logrado, me rindo ante la evidencia. A la gente le importa nada lo que le pasa a nadie, excepto a ellos.
Y entonces la grita de la cinta y la novela se vuelven más insoportables para los oídos sensibles: ¿Y qué haremos si nos pasa a nosotros? ¿Esperamos ser el Pabellón 3 ardiendo, pagados con la misma moneda de dolor y menosprecio? Aunque fallida en parte, Ceguera, y mejor el libro –de lectura nunca antes más obligatoria- nos ponen ante la evidencia de toda la historia de la humanidad, ante todos los niveles de barbarie de que somos capaces, por miedo, por desprecio, por arrastre. Todos podemos ser el pabellón 3: sometidos por gusto, por necesidad o por mala suerte, a la extracción de nuestras más preciadas características humanas.