lunes, 23 de marzo de 2009


LA BODA DE RACHEL: Viaje al infierno… y un retorno

(Hace mucho que no escribo, porque no tuve tiempo de ver cine en serio. He logrado encontrar cierto equilibrio ahora, y me he tomado un poco de aquel para ver ciertas cosas. Así que seré más constante en lo próximo)

Trabajo hace dos años en el mundo del vídeo social. Un amigo, al que malagradezco definitivamente, me llevó a una que ni fue entrevista ni atemorizante.

Desde ese día hasta hoy, con cansancios y dolores de cabeza, enojones y ganas de tirar la toalla, pero sobre todo muy divertido, he visto bien de cerca a la gente en sus momentos más sensibles. Digo, la gente se casa aún por amor, aunque parezca increíble en este tiempo tan desazonado; la gente aún cree un poquito en la felicidad de sus hijos cuando se engañan a sí mismos con payasos y dalinas, que en verdad lo sorprenden a uno y lo hacen reír.

Y así otras cosas.

Es importante mi corto, pero delicioso background para ver esta película con otra óptica. Y es que a mi juicio, es un vídeo de boda un tanto más íntimo que los que he grabado en este tiempo.

Todo gira en torno a la boda de
Rachel, hermana mayor de la conflictiva Kym. La primera escena lo deja clarito: ella sale de permiso únicamente por la boda, porque está en rehabilitación desde hace nueve meses.

Kym –extraña pero deliciosa Anne Hataway- se ve envuelta en la espiral de los últimos días antes del matrimonio. En medio de esta atmósfera de vestidos, peinados y músicos ensayando en cada lugar de la casa –de hecho, buena parte de la película tiene música en directo- nos enteramos de los entuertos de la familia Buchman, típica no de los USA de este tiempo, sino de cualquier lugar: partida en dos, con padres re-casados, intercultural, interracial y disfuncional.

El tono de documental casual y la cámara en mano invasiva e incómoda, crean una realidad en la que Kym se vuelve la llave equivocada, mientras se esfuerza honestamente por encajar de nuevo en una familia que la apartó por completo de todo. El filme es una lucha constante de la protagonista por regresar a casa, no en lo físico: quiere ser otra vez una pieza de ella.

La boda, ya lo dije, es el centro vital de la historia. Se inicia con ella y con ella termina, luego de la fiesta, un extraño collage de culturas y música HERMOSA. Toda la cinta es, para mí, como un gran ensayo de lo que se escucha en la celebración: al principio, mientras créditos de arranque, un desafinado ensayo de la marcha nupcial de Wagner; al final, un trío delicioso del que necesito el titulo con urgencia.

Para mí, camarógrafo de bodas, la película es iluminadora. Más que rituales y formas, me recuerda que ante todo registro momentos preciosos para muchas personas, personas reales que se gritan y pelean, que tienen miles de problemas, y están al borde de la histeria minutos antes de que todo suceda, que en medio de esta vida paralela de algunos meses siguen viviendo las suyas, o tienen alguien que les recuerda que más allá de las preocupaciones momentáneas, está la realidad.

Que es la que al final, se queda con uno.