domingo, 12 de abril de 2009


WATCHMEN: Porque los héroes no son como los imaginamos

Sí, éste es un blog de cine. Y sí, escribo también en uno de cómics. Así que era una consecuencia lógica hablar sobre ésta desde la perspectiva de quien devoró los doce ejemplares de la novela gráfica, y fue a ver la cinta con toda la crítica en contra

Hace mucho tiempo leo cómics. En realidad casi toda mi vida. Desde los tapas duras de Tom y Jerry y El Pájaro Loco que mis papás pusieron en mis manos, pasando por las Tony, D’Artagnan, Skorpio y Corto Maltés de mi “época formativa”, hasta mis primeros roces con DC y Marvel de manos de mis amigos. Ahora puedo llamarme un buen lector de cómics.

Sin complicaciones ni Crisis Infinitas ni cosas así. Sólo lector.

Y disfrutador.

Cuando tropecé la primera vez con Watchmen, la idea de Watchmen, la historia de Watchmen, asumo que no estaba completamente listo para ella. Era necesario ennegrecer mi concepción del cómic para comprender que no todo el que lleva traje y pistolas es el villano, aunque no pueda parecer otra cosa.

Pasaron suficientes años y cosas para asumir finalmente lo necesario. Como cuando lees El Principito a los seis, y lo disfrutas recién a los veinte.

He leído de gente en estas semanas luego del estreno, que se rasga las ropas: los que dicen: “Watchmen me cambió la vida. Esto es un ultraje”, “Zach Snyder no la hizo”, “Bodrio” y asi. Los puristas siempre hemos sido complicados, pero nunca más que cuando se meten con nosotros y nuestros mitos. Ahí trazamos una línea

Y es una que debe ser cruzada. Y lo ha sido, aunque no se trata de una obra maestra ni una pieza invaluable de la cinematografía. Es una cinta de entretenimiento basada en un cómic de vanguardia. Y así debería quedarse.

Porque algunos hubiéramos preferido al gran calamar gigante, aunque otros lo llamaron ridículo. Se sustentaba en una línea argumental eliminada de la peli, central en el cómic: de hecho, es la causa misma de la muerte del Comediante.

Y si, hubiera sido bonito ver la historia de piratas, pero: ¿de veras podríamos procesar las dos historias juntas en dos horas y cuarenta? Yo leí el cómic muy rápidamente en seis o siete. Saquen sus cuentas.

Y hubiera podido leerlo sin piratas, ni balsa de muertos, ni venganza frustrada. Porque cada quien saca sus conclusiones sobre que es necesario para leer un libro, un cómic, o una película, que también se leen.

Así que afirmo: la cinta me entretuvo muchísimo: es una decente traducción. Me dejó un delicioso sabor erótico la escena de sexo dentro de Archie,  por la música. Le guiñó el ojo al historiador que llevo dentro con los créditos iniciales. Me perforó el cerebro con la cara y la voz de Rorschach, monótonas, necesariamente monótonas. La escena del “American Dream”** fue exquisita para mí: exhibición de personalidad pura.

Y si, tiene fallas que no me terminan de convencer, como la muerte del equipo de Veidt/Ozymandias, lamentablemente desperdiciada; también era innecesaria la carnicería de su intento de asesinato, que no tenía tantas víctimas; y la nariz de Nixon, ¡Por Dios, ni en Futurama lo dejan tan mal!

Pero hay que verla en cuanto se pueda, sentados en la casa, o en el cineclub donde en poco la volverán a pasar. Porque cuenta una historia interesante bastante bien, y despierta curiosidades que se resuelven sólo volviendo a los hechos. Y a las páginas del cómic, donde está muy bien, y sigue estándolo.

**

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